Blanca Villanueva Rodríguez (55) es parte de una familia de 4 hermanos, que se criaron en la calle Juan Antonio Ríos, en el sector céntrico de la ciudad.

 

Recuerda que “antes llevábamos una carpa de lona. Había que buscar una camioneta para que nos llevaran. Llevábamos un brasero chiquitito, todo en caja, lo que se iba a comer. Nos íbamos el 17 y estábamos hasta el 21 en la mañana y siempre nos quedábamos en el mismo lugar”.

 

Agrega que los vecinos y amigas de la familia “siempre te llevaban cosas para comer como queques, tortas, empanadas. Era como estar en un campo, ahora es como la ciudad. Se alumbraba con lámpara a gas”.

 

También rememora que “la gente pasaba vendiendo pan amasado o helados. Mucha gente vendía empanada de pino, pollo, dulces caseros, en canastos. Vendían volantines de papel, pelotitas con elásticos, trompos”.

 

Asimismo, reconoce cómo los distintos segmentos sociales se ven reflejados en esta fiesta: “La pampilla siempre se ha separado por sectores. El sector izquierdo es más tranquilo, pero hacia el cerro había más bullicio”.